Dedica unos instantes a imaginar la siguiente situación. A través de una cámara oculta puedes observar lo que ocurre en una pequeña habitación. En esa estancia, en la que hay varios juguetes, entra una madre con su hijo en brazos. El pequeño tiene dieciocho meses. En cuanto ingresan en la habitación, el niño se pone a explorar. Manipula y prueba los juguetes, parece concentrar toda su atención en ellos. Después de unos minutos la mujer sale del cuarto, avisando antes a su hijo. El niño no parece inquietarse y sigue entretenido mientras su madre se ausenta. Cuando ella vuelve, pasado un rato, el pequeño tampoco reacciona de manera efusiva. Continúa con su actividad, aparentemente tranquilo.
¿Qué conclusión extraes de lo que has visto? Quizá pienses que acabas de ver un ejemplo de niño autónomo o independiente. Al fin y al cabo, no se ha visto expuesto a peligro alguno. No hay evidencias de que haya algún problema en su relación con su figura de apego, su madre. Sin embargo, tal vez intuyas que hay algo raro en todo esto. Estás en lo cierto. Lo que acabamos de describir es una parte de la técnica de la situación extraña, diseñada por Mary Ainsworth para evaluar el tipo de apego en la relación madre-hijo en niños de doce meses o más. En el caso que proponemos como ejemplo, es probable que el pequeño haya desarrollado un estilo de apego inseguro-evitativo.
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El apego inseguro-evitativo: niños que se protegen de un posible rechazo
Tal como explica la psicóloga Soraya Sánchez en el curso «Claves para criar desde el apego seguro», los niños que tienen un vínculo sólido con sus figuras de referencia las utilizan como 'base segura' desde la que explorar. El pequeño del ejemplo, por el contrario, exploraba sin tener a su madre en cuenta, prácticamente ignorándola. Por otra parte, su aparente indiferencia cuando ella abandonaba el cuarto y también a su regreso no son síntomas de una autonomía saludable, sino parte del mecanismo de autoprotección del niño.
Hay que tener en cuenta que los niños de apego inseguro-evitativo están acostumbrados a encajar el rechazo de sus figuras de apego. "Como estos niños han aprendido que su figura de apego no está ahí incondicionalmente, que no cubre sus necesidades emocionales, se protegen para no sentir el continuo rechazo", apunta Soraya. No son autónomos, sino que han aprendido que no esperar nada es una manera 'eficaz' de evitar el dolor que les produce una negativa.
En los experimentos de Ainsworth algunos niños sí parecían preocupados cuando su madre abandonaba la habitación. Curiosamente, cuando regresaba no encontraban consuelo en sus brazos, sino que adoptaban esa postura de aparente indiferencia. Una vez más, el objetivo es la autoprotección. Esos niños negaban sus sentimientos para protegerse del dolor, marcados por los numerosos rechazos sufridos en el pasado. Esta reacción es distinta a la del ejemplo inicial, pero también son casos de apego inseguro-evitativo.
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Las consecuencias a largo plazo del apego inseguro-evitativo
El estilo de apego que marca la infancia tiene consecuencias en la vida adulta. No es que la relación con nuestras figuras de referencia nos empuje hacia un destino emocional que ya no podremos cambiar; pero en mayor o menor medida, sí tiene efectos. "Los niños que desarrollan apego evitativo suelen ser adultos con dificultades para expresar afecto. El rechazo que sufrieron durante sus primeros meses de vida les movió a inhibir o abandonar sus necesidades. Se protegen con una coraza de falsa confianza. Tratan de convencerse de que aislarse del cariño es también mantenerse a salvo de cualquier posible hostilidad", expone Soraya Sánchez.
Como podrás suponer, lo mejor que podemos hacer los padres es poner todo de nuestra parte para crear vínculos de apego seguro con nuestros hijos. Además de ayudarles a desarrollar su autonomía de forma saludable, estaremos ofreciéndoles un modelo para construir relaciones sanas a medida que vayan creciendo. Tal como advirtió John Bowlby, autor de la Teoría del Apego, "la confianza en la figura de apego es la base de una personalidad estable y segura".
El curso «Claves para criar desde el apego seguro» te ofrece toda la información necesaria para comprender en qué consiste el vínculo de apego y por qué es esencial tenerlo en cuenta en la crianza y educación de los niños. Además, la psicóloga Soraya Sánchez brinda herramientas para fomentar y cuidar los lazos que nos unen a los peques. Y si quieres profundizar en el tema de la autonomía, matricúlate en «Cómo fomentar la autonomía en los niños», curso impartido por el también psicólogo Alberto Soler. Comprobarás por qué la seguridad emocional es un ingrediente imprescindible en una infancia feliz.