Cuando la crisis del coronavirus termine llegará el momento de estudiar las consecuencias indirectas de la pandemia. Una de las más preocupantes es la relacionada con las tasas de obesidad, especialmente en el caso de los niños. Muchos expertos ya están alertando sobre los peligros de descuidar la alimentación y abandonar el ejercicio físico durante el confinamiento. Podemos hacer un esfuerzo por practicar deporte en casa; pero aún así, es normal que los niños se muevan menos que cuando asistían al colegio y a actividades extraescolares. Razón añadida para dar al cuidado de la dieta ese plus de importancia que exige la situación.
Quizá hayas leído durante las últimas semanas algún artículo acerca de alimentos especiales para incrementar nuestras defensas. Son bulos. No existe evidencia científica de que esto sea posible, salvo en casos de personas que sufran desnutrición. Sin embargo, sí es cierto que el COVID-19 afecta de forma más severa a aquellas que padecen ciertas patologías previas. Algunas de éstas, como las enfermedades cardiovasculares, se asocian a dietas insanas. Una alimentación saludable y equilibrada fortalece nuestra salud; y a largo plazo, esa es una protección contra los virus de la que no podemos prescindir.

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1. En la mesa también se educa con el ejemplo
Cuando se trata de educación hay una máxima universal, válida para cualquier asunto que se trate. "Educar con el ejemplo no es una forma de educar, es la única". La hora de comer no es una excepción. No podemos pretender que los niños coman un montón de frutas, verduras variadas y legumbres en abundancia si nosotros, sus adultos de referencia, no lo hacemos. El ejemplo es también la manera más eficaz de inculcar buenos hábitos alimentarios. La paciencia será tu mejor aliada. Evita presionar a tus hijos para que coman, mantén un buen ambiente en la mesa e involúcrales en las tareas relacionadas con la alimentación. Cuando participan en la elaboración de las comidas, por ejemplo, suelen estar después más predispuestos a probarlas.
2. Si no lo compras, no lo comes
Parece de perogrullo, pero conviene grabarlo a fuego y tenerlo siempre presente. Y más ahora, teniendo la despensa y la nevera a tiro las 24 horas del día. Hay una medida que da fantásticos resultados en la prevención del consumo de dulces, ultraprocesados, bebidas azucaradas y productos insanos en general. Consiste en no comprarlos. Si no están en casa, ni tus hijos ni tú los comeréis. Y cuando sintáis hambre, si lo que hay en vuestros estantes son alimentos saludables, eso será lo que consumáis. Haz tu lista de la compra, descarta lo superfluo y cíñete a ella en el supermercado. Miguel Ángel Lurueña puede explicarte «Cómo hacer una compra saludable».
3. Prestemos especial atención a las cantidades
Durante estas semanas puede ser buena idea fijarnos un poco más en la cantidad de comida que preparamos. Estando en casa, el gasto calórico será inferior al habitual en la mayoría de los casos. Obviamente, no se trata de obligarnos a pasar hambre; la idea es más bien tener especial cuidado con esa tendencia a "cocinar para un regimiento". Si somos capaces de ajustar las cantidades, no sólo estaremos cuidando nuestra salud: también reduciremos las posibilidades de que las sobras terminen en el cubo de la basura.

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4. Analiza tus hábitos
La alimentación no sólo se cuida cuando hacemos la compra, cuando cocinamos y cuando comemos. Dedicar algunos minutos a la reflexión también aporta beneficios. Toma notas, repasa lo que comes durante una semana y saca conclusiones sobre lo que haces bien y lo que tendrías que mejorar. Además, puedes analizar qué hábitos has modificado inconscientemente desde el comienzo de la cuarentena. Todo esto te ayudará a no abandonar las buenas costumbres y a aprovechar las circunstancias para afrontar de una vez por todas esos cambios que tu dieta necesita. Por supuesto, siempre con vistas a mantener los buenos hábitos cuando regrese la normalidad.
5. Planifica tus menús y tus dietas durante la cuarentena
Tener más tiempo para cocinar nos brinda oportunidades: podemos experimentar, probar cosas nuevas, implicar a los niños en la preparación... Sin embargo, tiene también sus riesgos. Uno de ellos es el de caer en el exceso de improvisación. Si esperas a tener hambre y cocinas lo que te apetece en cada momento, es probable que te concedas demasiados caprichos. Siéntate con tus hijos y planifica un menú semanal, permitiendo que ellos propongan algunos de sus platos preferidos. Tendrás la certeza de que la dieta general es equilibrada y saludable; y además, estarás fomentando un buen ambiente en tu hogar.
6. Filtra tus fuentes y sigue los consejos de profesionales
Las inquietudes suelen conducirnos a buscar información. Pero cuando un asunto nos preocupa y nos afecta de forma directa, es más importante que nunca saber filtrar los datos que recibimos. Para mantener una alimentación saludable, escucha el consejo de profesionales contrastados. Además muchos de ellos están especialmente activos en las redes sociales dada la situación actual. Te recomendamos leer a Miguel Ángel Lurueña en Facebook, seguir a Julio Basulto en Twitter, prestar atención a las publicaciones de Sara Traver y Griselda Herrero en Instagram... También es un buen momento para repasar los cursos sobre alimentación de Escuela Bitácoras. Te ofrecemos herramientas para entender la lactancia materna, para empezar y avanzar con el Baby Led Weaning y para el cuidado de la alimentación infantil y familiar en general.