No vivimos la mejor época para animarnos a probar actividades de ocio en familia en recintos cerrados. La situación de pandemia por coronavirus nos obliga a ser prudentes y limitar las visitas a esta clase de espacios. Sin embargo, durante los últimos meses se ha demostrado que las bibliotecas están entre los lugares más seguros a los que podemos acudir. Acércate a tu centro habitual y solicita información: seguro que han puesto en marcha protocolos de higiene. Si es así, no hay motivos para renunciar a una de las mejores alternativas para disfrutar del tiempo libre junto a nuestros hijos.
Desde luego, visitar la biblioteca con frecuencia es una excelente manera de mantener viva la pasión lectora en los niños. El amor por la lectura es uno de los regalos más bellos que podemos hacerles. Pero además, ir a la biblioteca puede ayudarte a transmitir afecto y valores a tus hijos. Es una gran oportunidad para establecer comunicación y fortalecer vínculos, para hacer algo juntos sin necesidad de gastar dinero ni usar pantallas. También les enseñará el significado de formar parte de una comunidad, con unas normas de uso y comportamiento; y la importancia de cuidar del patrimonio común.
Dentro de una biblioteca cabemos todos. Porque guarda miles de cuentos para los más pequeños, las primeras novelitas para los que acaban de aprender a leer, libros académicos para los estudiantes, prensa para quienes opten por informarse... por no hablar de los excelentes fondos de música y cine que nos ofrecen numerosos centros. No importa la edad ni los gustos de tus hijos: en la biblioteca habrá algo que despierte su motivación y su interés. Sólo tienes que encontrar la forma de acompañarles.

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Cómo aprovechar las visitas a la biblioteca con los más pequeños
Cuanto antes empieces a visitar la biblioteca regularmente junto a tus hijos, más sencillo será que desarrollen gusto por el hábito. A menudo tenemos un día marcado para ir a hacer deporte, al cine o a nuestro restaurante favorito... ¿por qué no hacer lo mismo con la biblioteca? Una vez a la semana podemos pasar por las instalaciones para devolver ejemplares y llevarnos otros nuevos. De este modo incidiremos en la responsabilidad que conlleva cuidar los libros prestados y cumplir los plazos de devolución.
La mayoría de las bibliotecas disponen de zonas reservadas para pequeños lectores. En general, las normas son algo más flexibles en estos rincones; y no suele haber problema por leer en voz alta. Si tus hijos todavía no saben leer, la visita a la biblioteca brinda una formidable ocasión para crear momentos de cuento. Es tan fácil como dedicar la tarde del martes a pasear entre estantes, elegir libros y sentarnos a disfrutar con ellos. Un momento de cuidado, pausa y conexión en mitad de la semana, a veces frenética.
A medida que los niños crecen, es esencial soltar cuerda para permitir que florezca su autonomía. Es maravilloso observar cómo comienzan a moverse con libertad por la biblioteca, deteniéndose a elegir los libros que les atraen. Mima su curiosidad: charla con ellos sobre sus lecturas e intereses, planifica temas a explorar en la visita siguiente y proponles llevar un registro por escrito de los libros que vayan leyendo. No olvides que eres un gran referente para ellos. Seguirán tu ejemplo, observando tu manera de actuar y tus hábitos; y apreciarán tus recomendaciones sobre los libros que te apasionaron cuando tenías su edad.

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La biblioteca, un fantástico recurso para que los adolescentes vuelvan a leer
Como es evidente, lo ideal es que tus hijos alcancen la adolescencia con un hábito lector consolidado. Pero esto no siempre es posible. Incluso aquellos chicos que vivieron apegados a los libros desde bebés 'desconectan' de ellos al llegar a cierta edad. Si es tu caso, no desesperes. ¿Conoces a alguien a quien no le guste la música? Probablemente no. Lo mismo sucede con la literatura. Quien dice que no le gusta leer sólo necesita encontrar un libro que le llegue al corazón. La biblioteca es el lugar idóneo para buscarlo.
Reenganchar a un adolescente a la lectura puede ser difícil. La comunicación positiva es decisiva. De nada valdrá optar por la vía de la confrontación, por ejemplo echándole en cara que apenas dedique tiempo a leer. En cambio, si buscamos en la biblioteca un libro que conecte con sus intereses y se lo llevamos a casa, quizá llegue a leerlo. Y puede que en la próxima visita a la biblioteca le apetezca acompañarte. Dedica tiempo a reflexionar e investigar, porque tal vez exista una novela que os guste a ambos. Esto vale su peso en oro: además de alentarle a leer, habrás encontrado un magnífico tema de conversación.
En el curso «Adolescentes. Cómo comunicarnos con ellos», Cristina Gutiérrez Lestón nos enseña a observar, escuchar y comprender en una etapa compleja y repleta de cambios; en la que solemos dar por hecho que ya no nos necesitan, cuando lo que ocurre es que necesitan algo distinto de nosotros. Para alimentar su amor por los libros desde niños, apuesta por la lectura compartida. Paloma Balandis y Cristina Saraldi te ayudan a convertirte en un experto cuentacuentos en el curso «Cuentos que cuentan»; en el que también presentan el valor de los relatos como recurso pedagógico.