Las mamás y los papás tenemos cierta tendencia a dar mucha importancia al qué y bastante menos al cómo. Queremos que los niños recojan su cuarto, no peleen con sus hermanos, hagan los deberes, colaboren en las tareas domésticas... y a menudo, llegamos a obsesionarnos con esos 'objetivos' diarios. El enfado, el nerviosismo y la frustración acaban provocando que perdamos la perspectiva a la hora de comunicarnos. Y es entonces cuando olvidamos que el qué puede tener importancia en el ahora, pero las formas son determinantes a medio y largo plazo. Las palabras que elegimos, el tono que usamos, la manera en que miramos... son también parte del mensaje. Por eso es fundamental entrenar la comunicación positiva y asertiva.
"La comunicación positiva se usa muy poco hoy en día. Es una herramienta que no aprendemos cuando somos pequeños. No tenemos ejemplos a nuestro alrededor", explica Cristina Gutiérrez Lestón, directora de La Granja Escola. La buena noticia es que aprender a utilizar eficazmente la comunicación positiva es sencillo; y además, los resultados en el ambiente familiar o escolar son espectaculares. Si tú aprendes, tus hijos y/o alumnos aprenderán observando tu ejemplo. En el curso «Las emociones en los niños», Cristina nos aporta indicaciones y 'trucos' para empezar a cambiar el modo en que nos comunicamos con niños y adolescentes.

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¿Qué es comunicación positiva?
La comunicación positiva es aquella que, ante todo, no hace daño a los demás. Se caracteriza por limitar al máximo el uso de las llamadas palabras negras. El 'no', el 'nunca', el 'siempre', el 'imposible'... son términos que transmiten mucho más que un simple significado. Al recurrir a esas palabras tan concluyentes mostramos resistencia al diálogo, nula flexibilidad y poco interés en la versión y los sentimientos de la otra parte. Por supuesto, hay ocasiones en las que es preciso ser tajantes; pero en muchos casos podemos decir lo mismo empleando otras construcciones. Las personas que usan comunicación positiva evitan las generalizaciones e intentan comprender lo que los demás quieren decirles.
Lo cierto es que, en momentos de alteración, nos inclinamos a hacer la peor interpretación posible de los comentarios y comportamientos de los niños. La comunicación positiva nos exige hacer un esfuerzo por comprender los sentimientos, los deseos o las inquietudes que hay detrás de una mala contestación. Tener paciencia no siempre resulta sencillo, pero el ejemplo es la estrategia más eficaz para enseñar empatía y respeto. "No hemos de combatir con nuestros hijos, sino con nuestra (y su) forma de comunicarnos", indica Cristina. Usando la comunicación positiva fortalecemos la cohesión de la familia, porque fomentamos un modelo respetuoso. Esto repercute directamente en el bienestar de todos los miembros del hogar, niños y mayores.

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¿Cómo empezar a usar la comunicación positiva?
Lo esencial es prestar mucha atención a lo que decimos y cómo lo decimos. "Desde que te levantas hasta que te acuestas, estás explicando y transmitiendo cosas a tus hijos", sostiene Cristina Gutiérrez. Dedica un ratito cada día a analizar qué has dicho, con qué palabras, si has elevado la voz, si te has parado a escucharles... De cada charla o discusión que hayas tenido con ellos podrás sacar algún aspecto a mejorar en la siguiente. "Es importante tener esa conciencia, practicar con intención", añade Cristina.
Además, puedes intentar sustituir las palabras negras por un mensaje positivo. Es mucho más fácil de lo que quizá pienses en este momento. Aquí tienes algunos ejemplos:
- "¡No me haces caso!" / "Me gustaría que me escucharas".
- "Nunca recoges tu cuarto antes de salir de casa". / "Cuando no recoges tu cuarto, me estreso y me enfado. Necesito que seas más ordenado".
- "Siempre estás gritando a tu hermano". / "No te permito que trates así a tu hermano" (límite asertivo).
Como es evidente, no son fórmulas mágicas que garanticen cambios de la noche a la mañana. Pero estarás de acuerdo con nosotros en que los gritos, las amenazas y la violencia verbal tampoco ofrecen resultados precisamente maravillosos. Resolver o no los problemas de cada día depende de muchos factores; pero con la comunicación positiva, además de buscar soluciones, tratamos de educar a los niños en la empatía y les brindamos una herramienta útil para toda la vida.