Es probable que la aplicación más conocida del modelo de Disciplina Positiva sea la que corresponde al ámbito familiar. Sin embargo, no es ni mucho menos la única. Los principios formulados por Jane Nelsen y Lynn Lott se han trasladado también a entornos empresariales, a relaciones de pareja y a centros escolares. Así, cientos de educadores en todo el mundo los han aplicado con éxito en sus aulas, obteniendo progresos en su comunicación con los alumnos y también en las relaciones dentro del grupo de niños y niñas.
De esta manera, muchas de las herramientas prácticas que la Disciplina Positiva plantea para el hogar tienen correspondencia en el contexto del colegio. En varias ocasiones te hemos hablado de cómo promover la responsabilidad en los niños a través de las reuniones familiares. Hoy queremos profundizar en su versión escolar: las reuniones de clase.
Aunque es cierto que pueden contribuir a resolver problemas de conducta del alumnado, el objetivo principal de las reuniones no es ese. En realidad, se trata de crear un contexto apropiado para que los niños desarrollen competencias útiles para la vida.
- Buena percepción de las capacidades propias.
- Percepción adecuada de su importancia en las relaciones.
- Buena percepción de su capacidad para influir en lo que ocurre en su vida.
- Comprensión de las emociones propias, autodisciplina y autocontrol.
- Empatía, capacidad para colaborar y para comunicarse.
- Responsabilidad, integridad, adaptabilidad y flexibilidad.
- Buenas competencias críticas para evaluar situaciones.
El propósito de las reuniones de clase es reconocer las aportaciones propias y de los demás, ofrecer ayuda, resolver problemas y planear acontecimientos.
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Estructura de las reuniones de clase en Disciplina Positiva
Con todos los miembros del grupo preferiblemente dispuestos en círculo, el docente presenta la reunión. La estructura de la misma, con independencia de los asuntos que se tratan, es siempre igual.
1. Se comienza siempre por la ronda de cumplidos. Tendrá la palabra la persona que tenga un objeto especial en la mano, como un palo o vara. Debemos realizar una ronda completa, ofreciendo a todos la oportunidad de agradecer algo a un compañero. Es importante hacerlo de este modo y no pasando el objeto a quien pida la palabra, aunque tengamos la sensación de que acabaremos antes actuando de esta manera.
2. Revisión de la agenda. En el aula debe haber una agenda disponible, en la que docente y alumnos podrán anotar libremente los temas que quieran tratar en la próxima reunión. Tras la ronda de cumplidos, se lee el enunciado del primer tema previsto. Si el autor confirma que continúa suponiendo un problema, pasaremos a tratarlo. Si ha dejado de serlo, podemos pasar al tema siguiente.
3. Rondas de comentarios y sugerencias. Igual que en el punto 1, pasaremos el objeto especial de mano en mano para que todos tengan ocasión de aportar su punto de vista sobre la cuestión tratada. Sin embargo, esta vez haremos dos rondas. De esta forma podremos recoger comentarios que surjan al hilo de otros.
4. Se toma nota de todas las sugerencias realizadas. Si los alumnos saben ya escribir, uno de ellos puede asumir esta tarea.
5. Preguntamos a los alumnos a quienes afectan o atañen las sugerencias cuál de ellas consideran más útil. Si hay dos aludidos, pueden elegir soluciones distintas, salvo que entren en conflicto. En ese caso, les invitaremos a llegar a un acuerdo.
6. Decidimos cuándo intentaremos poner en práctica las soluciones escogidas.
Nota: lo anterior es sólo un esbozo de la estructura recomendada en Disciplina Positiva. Además, en el contexto de la pandemia por coronavirus, se puede prescindir del objeto especial para pasar el turno de palabra. Será el docente quien indique a quién le toca intervenir, aunque se mantendrá el orden consecutivo y brindando a todos la oportunidad de expresarse.
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Actitudes y componentes básicos de las reuniones de clase
Las reuniones de clase no pueden convertirse en excusas para que el educador dé sermones, ni en herramientas para imponer un control excesivo. Es imprescindible partir de esta base para que funcionen. O lo que es lo mismo, para que los niños y niñas colaboren. Respetando estos criterios, también el docente puede participar, incluir temas a tratar en la agenda y dar su opinión sobre aquellos que se discutan. Jane Nelsen recomienda celebrar al menos tres reuniones semanales en primaria, mientras que en cursos superiores puede bastar con una.
También es importante tener presente la dificultad de los comienzos. Es posible que durante el primer mes las reuniones apenas ofrezcan resultados. No es sencillo obtener la colaboración de niños acostumbrados a no tener voz ni voto en cuestiones que les afectan, en el hogar y en el aula. Para reducir ese tiempo de implementación tendremos que incidir en los elementos básicos para celebrar reuniones de clase eficaces.
- Acostumbrarnos a la disposición en círculo a la hora de la reunión.
- Practicar los elogios, tanto ofrecerlos como recibirlos.
- Llevar una agenda en la que se incluyan los temas a tratar.
- Reconocer que hay realidades diferentes.
- Representar situaciones y sugerir soluciones distintas.
- Entender las motivaciones de las personas para hacer lo que hacen.
- Concentrarse en soluciones no punitivas.