"¿Quieres que tu hijo sea autónomo?". Podríamos formular esta pregunta a un millón de madres y padres y sería complicado encontrar una sola familia que contestase con un 'no'. Muy pocas cosas suscitan unanimidad cuando hablamos de educación; pero sin duda, la autonomía es una de ellas. Todos queremos que nuestros hijos sean autónomos. Al menos, así lo expresamos mientras el debate se mantiene en el campo de la teoría y las palabras.
Las cosas cambian cuando pasamos al terreno de los hechos y la práctica. ¿Qué hacemos para permitir que los niños desarrollen su autonomía? ¿Somos conscientes de cuánto influyen nuestras decisiones en ese proceso de conquista personal? Y siendo mucho más directos... ¿cuántas veces al día hacemos algo que saben -y deben- hacer ellos, bajo el pretexto de que "así acabamos antes"?
Mucha gente cree que "no es para tanto". Por supuesto, vestir una vez a un niño de 5 años capaz de vestirse por sí mismo "no es para tanto". Pero si esa mal llamada 'ayuda' se repite mañana tras mañana, o si se suma a otras asistencias a la hora de comer, de hacer los deberes, de ordenar su dormitorio... entonces deja de ser algo puntual y se convierte en un hábito.
"Esta excesiva dependencia es lo que puede suponer un problema. Cuando una persona depende constantemente de otra surgen ciertos sentimientos", advierte el psicólogo Alberto Soler en el curso «Cómo fomentar la autonomía en los niños». Por mucho que actuemos desde la mejor de las intenciones, los padres podemos conseguir exactamente lo contrario de lo que pretendemos.

Más información sobre el curso «Cómo fomentar la autonomía en los niños»

Cómo te sentirías si...
... tuvieses 4 años y tu padre te repitiese una y otra vez frases como las siguientes. "Va, cómete las judías. Hay que comer verdura, que es muy buena. Ya te abrocho yo la cremallera, déjame a mí. Estás cansado, vete a dormir ya. No quiero que vuelvas a jugar con ese niño porque no me gusta. ¿Seguro que no tienes pis, pero seguro de verdad?".
... tuvieses 9 años y tu madre se dirigiese a ti con este tipo de frases. "Dame este bote y deja que le quite yo la tapa, que tú no vas a ser capaz. ¿Ya tienes tu ropa lista? ¿Necesitas ayuda con los deberes?".
... tuvieses 17 años y tus padres te dijesen algo parecido a esto. "No hace falta que aprendas a conducir. Es mejor que no te saques el carnet. Me pongo de los nervios pensando en los accidentes de tráfico. Yo te llevo donde quieras".
... tuvieses 38 años y tu jefe te soltase lo siguiente. "Voy a decirte algo por tu propio bien. Deja de hacer sugerencias sobre cómo mejorar las cosas en esta empresa. Limítate a hacer tu trabajo. No te pago por tus ideas, te pago porque hagas tu trabajo".
Quizá alguno de estos ejemplos te resulte familiar. O puede que se te ocurran otros similares, extraídos de tu experiencia. La clave es comprender que, aunque en el fondo pueda haber intención positiva, con lo que hacemos, lo que decimos y las formas que empleamos, estamos enviando mensajes.
-
"Tú no puedes".
-
"Mejor no lo intentes".
-
"No pienses en ello".
-
"Tú no sabes".
-
"No confío en ti".
No podemos escudarnos en nuestras intenciones. Es nuestra responsabilidad ir más allá y entender las consecuencias de las decisiones que tomamos y de la manera en que nos dirigimos a los niños. En el curso «Disciplina Positiva» Bei M. Muñoz te presenta varias herramientas prácticas extraídas de este modelo. La comunicación respetuosa en el hogar y el acompañamiento a los niños durante el desarrollo de su autonomía son pilares fundamentales de esta metodología, creada por Jane Nelsen y Lynn Lott.

Más información sobre el curso «Disciplina Positiva»

¿Cuáles son las consecuencias de la falta de autonomía y el exceso de dependencia?
Si te has tomado unos minutos para ponerte en alguna de las situaciones propuestas en el apartado anterior, es posible que hayas sentido una mezcla de emociones. Desde el miedo hasta el desamparo, pasando por la frustración, la incompetencia, la rabia... Probablemente te hayas sentido incomprendido o ignorado. Y seguro que no te gustaría que tus hijos sintiesen hacia ti ninguna de esas cosas.
¿Qué ocurre cuando una persona se encuentra en una situación de completa dependencia? "Es cierto que por un lado siente gratitud hacia esa persona de la que depende. Pero por otro, desarrolla sentimientos de desamparo, incompetencia, rencor o rabia muy importantes. Esto nos plantea un dilema como padres", reflexiona Alberto Soler. Mientras son pequeños, incluso cuando son jóvenes, nos corresponde acompañarles, ayudarles y enseñarles. Pero al mismo tiempo, debemos aprender a soltar cuerda cuando sea preciso.
"La dependencia conduce a sentimientos hostiles y emociones negativas. Si hacemos las cosas por ellos pueden acabar desarrollando un sentimiento de incompetencia que interferirá negativamente en su autoestima. Acabarán creyendo que necesitan a los demás para conducir su vida. Y de hecho, esto se terminará convirtiendo en una profecía autocumplida. Necesitarán a los demás porque no habrán desarrollado las habilidades precisas para resolver los retos y desafíos que la vida les ponga por delante".
Alberto Soler | Cómo fomentar la autonomía en los niños | Escuela Bitácoras
Uno de los grandes objetivos de la educación es ayudar a los niños a convertirse en personas autónomas, responsables y preparadas para la vida. Por eso merece la pena pararnos a hacer autocrítica. No se trata de negarles la ayuda que necesitan, pero adelantarnos a sus intentos tampoco es beneficioso. Tu confianza es también uno de los ingredientes imprescindibles en su conquista de la autonomía. "La clave está en saber tomar decisiones adecuadas en cada momento. Y para esto, lo más importante es observar con atención. Ellos nos indicarán qué podemos pedirles en cada etapa de su vida", concluye Alberto Soler.