Cuando un niño tiene problemas para dormir, las alarmas familiares no tardan en activarse. Todos sabemos perfectamente lo que sucede: si el peque no duerme bien, es probable que nadie consiga hacerlo. Ante esta situación, desesperados por la falta de descanso, mamás y papás nos ponemos a buscar y aplicar todo tipo de soluciones. Tal es la frustración que hay quien llega a probar remedios sin ningún tipo de fundamento. Incluso algunos peligrosos, como el conocido 'método Estivill'. Por lo general, lo que hacemos es buscar recursos para el propio momento en que el niño se va a la cama. Pero, ¿y si las causas de los problemas -y por tanto las respuestas adecuadas- estuviesen en otros momentos del día?
Eduardo Rodríguez, educador con postgrado en Pedagogía Waldorf y Pikler, nos propone cambiar nuestra mirada hacia el sueño de los niños. "A veces nos centramos totalmente en los momentos de sueño para resolver problemas a la hora de dormir. Obviamos todo lo que ha pasado el resto del día. Es al revés. Tenemos que visualizar lo que sucede durante todo el día para buscar cómo puede ser más placentero el sueño, cómo podemos favorecer su autogestión", explica. En el curso «Cuidados de calidad en la etapa 0 a 3 años», Eduardo comparte varios consejos para lograrlo.
Más información sobre el curso «Cuidados de calidad en la etapa 0 a 3 años»
El sueño de los niños: así funciona... y así lo vemos los adultos
"Voy a dormir al bebé". Todo papá y toda mamá han pronunciado alguna vez estas palabras. Detengámonos a pensar en ellas. ¿Realmente se puede dormir a una persona? Sí se puede acompañar el descanso, incluso favorecerlo. Pero, ¿es posible dormir a un niño, en el sentido estricto y literal de estas palabras? Lo cierto es que no. "El sueño puede englobarse en la actividad autónoma del niño. Es algo que hace consigo mismo. Si creemos que es algo que tenemos que hacer por él, estaremos negándole una capacidad que ya tiene", advierte Rodríguez.
"Debemos buscar ese cambio de mirada. Esto implica dar confianza al niño. Tenemos que verle como un ser capaz y competente, porque es capaz de dormirse por sí mismo", añade el educador. Para Eduardo, "el sueño siempre va asociado a la seguridad y la confianza". En realidad, esto es algo más humano que propiamente infantil. Todos descansamos mejor cuando estamos libres de inquietudes y necesidades. Los niños no son una excepción a la regla. Para ellos, el sueño también suele ser, en buena medida, consecuencia de lo que ocurre el resto del día.
Así, cuando las necesidades afectivas del niño no están bien cubiertas, el momento de demanda puede coincidir con la hora de irse a la cama. "Trabajar en los cuidados proporciona un sostén emocional que hace que el niño se sienta seguro, confiado y con todas las necesidades básicas cubiertas. A través de los cuidados trabajamos la confianza y la autoestima del niño", sostiene Eduardo.
Más información sobre el curso «El sueño en la infancia»
¿Qué podemos hacer para favorecer el sueño de los niños?
En Escuela Bitácoras encontrarás algunos cursos que profundizan en el descanso infantil. El psicólogo Alberto Soler lo aborda en «El sueño en la infancia». Por su parte, el pediatra Carlos González lo relaciona con la primera alimentación en «Lactancia y sueño». Eduardo Rodríguez también nos ofrece cuatro claves básicas para favorecer un buen descanso.
- Los cuidados a lo largo del día. En el curso «Cuidados de calidad en la etapa 0 a 3 años» aprenderás cómo lograr que los momentos de cuidado sean placenteros y respondan a sus necesidades afectivas. "La comida, la vestimenta, el aseo... son momentos en que podemos favorecer la propiocepción del niño. Esto contribuirá después a la autogestión en momentos de sueño. Si cada vez me conozco mejor, puedo saber qué me ocurre y qué necesito", explica Eduardo.
- Los momentos de actividad autónoma. Un niño que tiene tiempo y condiciones para jugar, para estar consigo mismo, también se conocerá más y mejor.
- Las rutinas. No hablamos de horarios inflexibles, sino de que las cosas ocurran cada día de forma muy parecida. Se trata de permitir que el niño anticipe lo que va a ocurrir y pueda así prepararse para cada momento. Por ejemplo, que el baño, la cena y un rato de lectura -siempre en el mismo orden- precedan a la hora de irse a la cama.
- Tiempo al aire libre. "Todo lo que sea oxigenar el cerebro favorece el sueño", indica Eduardo Rodríguez. Si buscas ideas para ofrecer a tus hijos educación al aire libre, no dejes de consultar el curso «Educar en la naturaleza», con Katia Hueso.