La vuelta al cole significa, en muchos hogares, el regreso a unos horarios más rígidos que los propios del verano. Niños y niñas tienen que llegar a la escuela a su hora, igual que mamás y papás deben entrar puntuales a sus trabajos. Coordinar todo esto no es sencillo; y hay familias que conviven con prisas y agobios a primera hora de la mañana. El hogar se convierte así en una bomba de relojería, un espacio rebosante de tensión que puede explotar ante cualquier imprevisto que cause un inasumible retraso. ¿Alguna vez te has parado a pensar en cuántos conflictos se producen en tu casa por las mañanas? ¿Cuántos de ellos se repiten varias veces por semana? ¿Tu familia suele empezar los días con buen humor... o con estrés, reproches y malas caras?
Las mañanas no son fáciles y nunca van a serlo. Es natural que de vez en cuando surjan problemas, como pueden aparecer en otro momento del día. Una mala noche con descanso insuficiente, la previsión de una jornada dura en el colegio o la oficina, una pelea entre hermanos... son situaciones que pueden generar tensión. Eliminar por completo los conflictos es imposible. Sin embargo, sí podemos introducir cambios para que la norma sea la tranquilidad y no el nerviosismo. Al fin y al cabo, las mañanas suelen ser el único momento del día que todos los miembros de la familia comparten hasta la noche. Vale la pena darle importancia e intentar que sea algo agradable, que fortalezca vínculos y nos prepare para afrontar la jornada con optimismo.

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Dime cómo te acuestas y te diré cómo te levantas: la prevención es la clave
Que los conflictos estallen por las mañanas no quiere decir que el origen de los problemas esté en ese momento. De hecho, en la mayor parte de los casos, lo que ocurre a primera hora es consecuencia de algo que sucedió el día anterior. Si tus hijos se levantan remolones y de mal humor, lo primero es recordar cómo se acostaron. Cuando la rutina nocturna es caótica o inexistente, cuando los niños se van a dormir un día a las 21:00 y otro a las 23:30, lo normal es que su descanso termine resintiéndose. Para tener las fuerzas precisas para vestirse, tomar el desayuno y asearse por su cuenta, los peques necesitan llevar las pilas bien cargadas. Y no habrá un descanso adecuado si no hay buena alimentación, actividad física suficiente y conexión emocional a diario.
Acostarse a una hora razonable hace posible que los niños puedan levantarse a una hora que les permita ir a su ritmo. Si quince minutos no son suficientes para que desayunen tranquilos, tendrán que ponerse en pie un cuarto de hora antes. La clave es buscar el tiempo preciso para cambiar brusquedad y presión por calma y suavidad. Además, esos minutos extra ofrecen la posibilidad de desayunar en familia y conversar. Seguro que hablar sobre algo agradable también te sienta mejor a ti que estar apremiando cada cinco minutos a tus hijos. "¿Todavía no has acabado de vestirte?", "termina el desayuno de una vez", "pero, ¿por qué no te has cepillado los dientes aún?"... son frases que no tienen por qué escucharse cada mañana.

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Soluciones diferentes para problemas concretos: analiza y planifica las mañanas de tu familia
Los conflictos matutinos tienen un rasgo común en numerosas familias: son repetitivos. En unos casos es un niño que tarda una eternidad en vestirse o desayunar; en otros, un adolescente que se pone a hacer los deberes a última hora. Pero... ¿qué ocurre con las soluciones que aplicamos? No siempre nos damos cuenta, pero a menudo son tan repetitivas como esos problemas. Parece que queremos resolver los contratiempos aplicando una y otra vez la misma fórmula, que por lo general consiste en reprochar a los niños lo que están haciendo mal y expresar nuestra frustración. ¿Por qué no probar con soluciones distintas?
En Disciplina Positiva se utiliza una herramienta de eficacia probada para atajar estas dificultades: las reuniones familiares. Se trata de un encuentro en un contexto relajado en el que podemos analizar problemas, centrándonos en la búsqueda de soluciones. Su objetivo no es hacer sentir peor a quien comete errores, sino promover responsabilidad y autonomía. Recuerda que cuando los niños participan en la elaboración de las normas son mucho más proclives a cumplirlas. Si tarda demasiado en vestirse, pregunta a tu hijo qué necesita para hacerlo terminando a tiempo. Puede que él mismo te proponga levantarse unos minutos antes, o que te diga que preferiría ponerse la ropa después de desayunar y no nada más despertarse.
Por supuesto, esto no quiere decir que un par de reuniones basten para conseguir mañanas tranquilas. Pero a base de analizar y probar alternativas nos iremos acercando a esa meta. Lo esencial, si queremos niños responsables, es que busquemos la forma de que practiquen la habilidad de adquisición de responsabilidades. En ocasiones, esto implica permitir que experimenten alguna consecuencia desagradable para ellos; como explica Bei M. Muñoz en el curso «Disciplina Positiva».

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El despertar de los más pequeños: tablas de rutinas, cuentos y canciones como aliados
Muchos padres no tienen más remedio que dejar a sus hijos en una escuela infantil desde que son muy pequeños. Evidentemente, no podemos pedir a un bebé de pocos meses que adquiera responsabilidades. Pero sí podemos ser sensibles a sus ritmos por las mañanas e intentar que su despertar sea placentero. ¿Por qué no crear un momento de cuento a primera hora? ¿O utilizar nuestra canción especial para transmitir afecto en ese momento complicado? Las mañanas no tienen por qué ser exclusivamente vestirse, desayunar y asearse a toda prisa. Quizá puedas inventar breves ventanas de tranquilidad para hacerlas más llevaderas.
Entre los 18 y los 24 meses, muchos niños están preparados para comenzar a utilizar sencillas tablas de rutinas. Es un recurso muy visual que les invita a ser parte activa de todo lo que sucede por las mañanas. Escoger la ropa, ponérsela, servir el desayuno, lavarles la cara y los dientes... con frecuencia, sin darnos cuenta, los adultos monopolizamos estas decisiones. Con un cuadro de rutinas a medida de vuestras necesidades conseguirás que tus hijos sean partícipes de sus propios cuidados. Una forma simple de alimentar su autonomía y sentimiento de pertenencia desde que empezamos la jornada.