El 31 de agosto celebramos el aniversario del nacimiento de María Montessori (Chiaravalle - Ancona, Italia, 1870). Nunca deja de sorprendernos la vigencia de su legado en diversos aspectos relacionados con la educación de niños y niñas. Por muchos años que pasen, cuando repasamos los escritos de Montessori siempre encontramos lecciones aplicables al contexto actual. Al bucear en su vasta obra también se encuentran pequeños tesoros ocultos, breves reflexiones sobre temas que tal vez no son los primeros que nos vienen a la mente al pensar en la pedagoga italiana.
Hoy queremos recordar a María Montessori explorando una de esas temáticas. En su libro El método de la pedagogía científica, originalmente publicado en 1909, dedica varias páginas a reflexionar sobre educación en la naturaleza. Aborda cuestiones en las que puedes profundizar con el curso «Educar en la naturaleza», impartido por Katia Hueso. Doctora en biología, Katia fundó en 2011 la primera escuela infantil al aire libre en España y ha publicado varios libros sobre la materia. Además, puedes aprender a aplicar el método Montessori en casa con el curso «Montessori en el hogar», impartido por Bei M. Muñoz.

Más información sobre el curso «Montessori en el hogar»

1. El impulso espontáneo de niños y niñas en la naturaleza
"Sólo los poetas experimentan el encanto de un fino chorro de agua que salta sobre las piedras; como también el niño que, eufórico y contento, se inclina para tocarlo con las manos como si lo acariciara".
María Montessori
Para un adulto llega a suponer un esfuerzo apreciar la belleza presente en la naturaleza. Necesita detenerse a observar de manera intencionada. Resulta emocionante contemplar cómo los niños hacen lo mismo con absoluta espontaneidad. Cuando un niño tiene la oportunidad de jugar en la naturaleza, su impulso es apreciar las plantas y los insectos, jugar con el agua de los charcos, palpar la tierra y las piedras...
2. Crecer en la naturaleza es 'ser' en la naturaleza
"Cuando los niños tienen libertad de contacto con la naturaleza, su fuerza no tarda en revelarse".
María Montessori
Pensemos en una excursión familiar o escolar al bosque. Entre los peques que asisten hay una niña de apenas 2 años. Muchos adultos darían por hecho que no podrá caminar demasiado tiempo. Otros pensarán que la lluvia es un problema irresoluble, o tal vez tendrán miedo de caídas y accidentes. Pero la experiencia nos demuestra no solo que se adaptan, sino que es en la naturaleza donde encuentran las condiciones idóneas para expresar todo su ser y desplegar el maravilloso potencial que llevan dentro.
3. El amor por la naturaleza necesita experiencias directas
"El amor por la naturaleza, como cualquier otro hábito, crece y mejora con el ejercicio; ciertamente no se infunde automáticamente a través de una exhortación pedante al niño inerte atrapado entre cuatro paredes, acostumbrado a ver y escuchar que la crueldad con los animales es una necesidad".
María Montessori
Los libros de texto son recursos muy útiles. También las explicaciones de un docente. Sin embargo, no bastan para educar en el respeto y el amor hacia la naturaleza. Niños y niñas necesitan además experiencias propias y directas. No podemos limitarnos a explicarles por qué deben cuidar y defender los entornos naturales. A través de la exploración y el juego libre, esa conexión con la naturaleza surge de forma espontánea.

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4. Tiempo y espacio en la naturaleza
"El niño debe tener un vasto campo de actividad, tener la oportunidad de nuevas experiencias, emprender tareas algo difíciles y sentir así la satisfacción de un espíritu audaz, que avanza en la conquista del mundo exterior".
María Montessori
Entender que la naturaleza es nuestro hogar es un pilar pedagógico de la educación al aire libre. Cuando el niño se siente seguro y vinculado al entorno natural, las oportunidades de aprendizaje se multiplican a su alrededor. Jugar en la naturaleza no debería ser una excepción puntual, sino un hábito.
5. Pequeños científicos
"El niño es el mayor observador espontáneo de la naturaleza".
María Montessori
Es difícil, por no decir imposible, encontrar un niño que no se sienta atraído por el vuelo de una mariposa, o por el comportamiento de una rana en una charca. Esa curiosidad conduce a un aprendizaje científico, más aún si se le ofrece un acompañamiento adecuado y respetuoso. El potencial siempre está en ellos, los adultos solo tenemos que observar y alentarles a seguir sus propios intereses.
6. Educar en la naturaleza desde las escuelas
"Proporcionarle motivos de actividad y, al mismo tiempo, conocimientos que pudieran interesarle: estas son, en este como en cualquier otro campo, las posibilidades de la educación escolar".
María Montessori
Con sus palabras, Montessori nos transmite su convencimiento de que educar en la naturaleza en las escuelas no solo es posible, sino también necesario. Hace más de un siglo que la italiana comprendió la importancia de permitir que niños y niñas crezcan en contacto con entornos naturales. Quizá hoy sea más importante que nunca: el trastorno por déficit de naturaleza es un problema que afecta a infantes y adultos.