Rudolf Dreikurs fue un psiquiatra y educador, conocido por su trabajo para desarrollar las propuestas del psicólogo Alfred Adler. Nació en Viena el 8 de febrero de 1897 y falleció en Chicago el 25 de mayo de 1972. Dreikurs trató de analizar y entender el 'mal comportamiento' de los niños desde un ángulo que nadie había planteado antes. Consideraba que los peques pretenden, por encima de todo, ser importantes y tenidos en cuenta en su principal grupo social, la familia. Cuando no se sienten de ese modo pueden actuar movidos por metas equivocadas, como la venganza, la atención excesiva, el poder mal dirigido o la incompetencia asumida.
Jane Nelsen y Lynn Lott partieron de las aportaciones de Dreikurs para crear su programa de Disciplina Positiva. Fueron capaces de revisar, actualizar y completar las obras del vienés, con el objetivo de ofrecer herramientas prácticas, asequibles y eficaces a padres y educadores. La idea de construir relaciones basadas en el equilibrio entre amabilidad y firmeza es la esencia de su modelo, hoy seguido en todo el mundo. En los cursos «Disciplina Positiva» y «Disciplina Positiva de 8 a 16 años», profesionales de prestigio reconocido como Bei M. Muñoz, Bibiana Infante y Violeta Alcocer nos presentan las claves para aplicarlo en el hogar o en el aula, teniendo en cuenta la edad y grado de madurez de los niños.
En el aniversario del nacimiento de Rudolf Dreikurs, recogemos algunas de sus reflexiones sobre el sentido y los objetivos de la educación; así como sobre las relaciones entre padres e hijos.
Más información sobre el curso «Disciplina Positiva»
1. La relación entre padres e hijos: un equilibrio difícil pero necesario
"Lo que los padres tienen que aprender es cómo llegar a ser compatibles con sus hijos, cómo guiarlos sin hacer que se vuelvan locos o sofocarlos".
Rudolf Dreikurs
Como podrás imaginar, Dreikurs hace aquí referencia a ese complejo equilibrio entre amabilidad y firmeza que desarrolla la Disciplina Positiva. Esto conecta también con la cuestión de los estilos parentales. No es posible educar de forma feliz y saludable desde el control excesivo, pero tampoco desde la dejadez y la negligencia. Tal como advierte Dreikurs, lo primero sofoca, pero lo segundo genera desorientación en los niños.
2. Cierra la boca y actúa
"Si de verdad quieres cambiar el comportamiento de tus hijos, debes actuar. Las palabras son estériles. No puedes decidir qué hacen tus hijos, pero puedes decidir qué harás tú".
Rudolf Dreikurs
Tan simple y tan complicado. En ocasiones, mamás y papás nos autoengañamos con una falsa ilusión de control. Creemos que tenemos las herramientas y el poder suficientes para controlar todo lo que hacen -o no hacen- nuestros hijos. Sin embargo, lo cierto es que a lo sumo podemos insistir, presionar, chantajear... métodos que no agradan a nadie. Por eso, Rudolf Dreikurs nos invita a pensar un poco menos en lo que hacen los niños y mucho más en lo que hacemos nosotros.
3. El peligro de las palabras cuando un niño no quiere escuchar
"Se supone que las palabras nos sirven para comunicarnos. Pero en una situación de conflicto los niños no quieren escuchar y las palabras se convierten en armas. No hay nada que podamos transmitir a un niño a través de palabras en un momento así. En ese instante, su sordera es total. Todo lo que le digamos será munición para sus propias réplicas verbales. Y se desatará una guerra verbal. Incluso si el niño no replica, se rebelará a través de sus actos".
Rudolf Dreikurs
¿Cuántas veces nos dejamos llevar en el peor momento? ¿Con cuánta frecuencia entramos en luchas de poder que después nos parecen innecesarias? A Dreikurs le preocupaba el mal uso que los padres hacemos a veces del lenguaje verbal. En este caso, nos habla de la importancia de elegir con cuidado el momento en que nos dirigimos a ellos. En la cita siguiente veremos cómo, obviamente, las formas empleadas son también fundamentales.
4. ¿Hablas con tus hijos... o hablas a tus hijos?
"Habla con tus hijos, no a tus hijos. La dificultad más trágica entre adultos y adolescentes es la ausencia de comunicación. Las puertas pueden mantenerse abiertas durante la adolescencia si se establece una relación de empatía mientras el niño es pequeño. En gran parte, esto depende de la habilidad de los padres para respetar al niño incluso cuando estén en desacuerdo con él".
Rudolf Dreikurs
Para que la comunicación sea real y efectiva, ésta debe fluir en dos sentidos, no únicamente de padre/madre hacia hijo. Cuando el flujo es unidireccional no hablamos de diálogos, sino de sermones. Y los sermones sirven para doblegar e imponer, no para intercambiar pareceres ni alcanzar soluciones por consenso. Evidentemente, hay ocasiones en que los padres tenemos que hacer valer nuestro criterio; pero Dreikurs opinaba que estos casos deben ser la excepción y no la regla.
Más información sobre el curso «Disciplina Positiva de 8 a 16 años»
5. Lo que necesitas saber para guiar a tus hijos
"Nuestro trabajo como padres es guiar a nuestros hijos. Lo inteligente es descubrir a quién guiamos y cómo guiamos".
Rudolf Dreikurs
Dreikurs veía a las madres y los padres como acompañantes y guías de sus hijos. Para desempeñar este papel lo primero no es estudiar recetas e intentar aplicarlas, sino conocer profundamente a esas personas a las que guiaremos. Los niños. Cada uno es diferente y tiene sus propias necesidades, su propia sensibilidad y su propio carácter. Es el conocimiento de estos aspectos lo que nos dirá, según Rudolf Dreikurs, cuál es la mejor manera de guiarles.
6. Cómo conseguir la cooperación de tus hijos
"La cooperación de los niños debe ser conquistada, no puede ser exigida. Y la mejor manera de lograrla es hablar libremente de lo que cada uno piensa y siente; y explorar juntos las mejores formas de relacionarnos".
Rudolf Dreikurs
Es probable que te hayas visto en esta situación. Habías acordado con tu hijo que él se encargaría de mantener su habitación ordenada. Sin embargo, no sólo no es así, sino que además se niega a recoger cuando tú se lo pides. Puede que, imponiendo tu autoridad, consigas que te obedezca. Una, dos o diez veces. Pero a largo plazo, lo normal es que el problema se repita y se agrave. Dreikurs apuesta por el diálogo para obtener soluciones más duraderas; de hecho, en sus obras ya hablaba de reuniones familiares, herramienta para promover la responsabilidad que desarrolla el modelo de Disciplina Positiva.
7. El manejo de la frustración y la autonomía de los niños
"Los niños necesitan aprender a gestionar la frustración. La vida adulta está repleta de ellas. Es un disparate asumir que aprenderá a gestionarlas cuando sea mayor. ¿Qué 'magia' se supone que les proporcionará una habilidad que precisa ser desarrollada durante la infancia?".
Rudolf Dreikurs
Impedir que un niño se enfrente a la frustración es impedirle adquirir los recursos necesarios para gestionarla. No es que Rudolf Dreikurs opinase que los padres debemos desentendernos y dejar que los niños afronten solos cualquier problema o sufrimiento. Se trata de saber interpretar cada situación. Porque a menudo, derrochamos energía para rescatar a nuestros hijos ante una dificultad; pero no dedicamos un solo minuto a valorar si podrían aprender algo si damos un paso a un lado y permitimos que la superen por sus propios medios. Como otros pedagogos y educadores, Dreikurs creía que "intentar enseñar a un niño algo que puede aprender por sí mismo no sólo es inútil, sino también perjudicial".
8. Confía en tus hijos y ellos confiarán en ti
"Es nuestra propia impresión de superioridad sobre los niños la que nos hace creer que son demasiado pequeños para resolver problemas o para manejar la frustración. Esta falsa impresión debe ser detectada y sustituida por confianza en las habilidades del niño y por nuestro deseo de guiarles".
Rudolf Dreikurs
Una reflexión en línea con la anterior. No es que sean demasiado pequeños: es que no confiamos en ellos. O que no tenemos tiempo suficiente, o que no queremos que lo pasen mal. Nos resulta más sencillo asumir esta clase de pretextos que hacer el esfuerzo de creer en los niños. Nuestra intervención resuelve rápidamente pequeños problemas a corto plazo, pero nuestra confianza nutre el vínculo y su autoestima para toda la vida.